Si usted lector suele ser televidente de las famosas telenovelas, comprenderá ya la intención de aquel genio incomprendido al cual dedicaré este post, Juan Alberto Tasle. O quizás no. Quizás usted otro lector que, tal vez por falta de tiempo, interés o por principios mismos (?) no se permite prestar su persona (léase interés, tiempo, etc.) a dichas creaciones, pueda comprender más fácilmente.
Juan Alberto era escritor, y director de cine y telenovelas. O al menos en eso se convirtió. Pero todo comenzó por su gran capacidad de observación y reflexión.
Observación del estado actual, en dicha época.
Juan Alberto veía las novelas de su tiempo, y se indignaba. Se preguntaba quién podría llegar a creer tales acontecimientos. Quién podría entretenerse. Siempre las mismas cosas: hermanos separados al nacer, que luego se odian hasta la muerte, o primos que luego se aman, nuevamente hasta la muerte. Complicadas tramas de hijos no reconocidos. Engaños y luego arrepentimientos. Donde en cada capitulo, sobre el final, siempre la verdad misma amenaza con darse a conocer. Para luego comenzar el siguiente con alguna situación torpe, estúpida y/o sin sentido que retrazará la revelación hasta otra situación similar, ad infinitum. No digo que se repita en el final de dicho nuevo capítulo, ya que alguna mente "no tan brillante" ya se ha dado cuenta que utilizando varios de estos dramas en paralelo, podría ir intercalándolos a fín de evitar la repetición sobre el mismo hecho.
Digo, "no tan brillante", porque es evidente para cualquiera que igualmente existe el patrón subyacente a esto.
Este hecho indignaba a Juan Alberto. Se sentía ofendido. Estaban ofendiendo su inteligencia. No solo la de él, sino más importante la de todo televidente. Y él comprendía la ofensa como mucho más profunda que esto, la sentía como una ofensa hacia la humanidad.
Imaginaba qué imagen sobre la humanidad podrían presentar estas novelas si eran alcanzadas por civilizaciónes extraterrestres ?. O, en caso de que la humanidad se extinguiera, y sólamente quedaran las telenovelas como evidencia de nuestra existencia.
Juan Alberto creía que la vida de cualquier ser humano podría representar el contenido atractivo para una telenovela. No era necesaria la invención y magnificación burda de problemas complejos. Y que esto sería interesante para televidentes en particular. También como reflejo de nuestra humanidad.
Así fue que, gracias al financiamiento de un empresario, que tampoco entendía demasiado a nuestro genio loco pero creía ver en su diferenciación una fuente de potencial éxito y por ende de ganancias para su bolsillo, Juan Alberto concretó su visión.
Las tramas de sus novelas contenían frustraciones y problemas mundanos, es decir, de su definición, "Propios del mundo humano".
Y justamente esto era lo atractivo.
Podíamos ver a nuestros protagonistas envueltos en situaciones domésticas estresantes, como por ejemplo la ruptura del desagote de agua de la pileta de su cocina, un domingo a las 22hs. O presenciando dos horas de desesperación en una insoportable reunión de consorcio.
Acompañamos a uno de nuestros personajes que intentaba evitar que su casa se inundara durante una gran tormenta, con secador en mano, baldes y cualquier tipo de recipiente bajo goteras en su techo.
O, aquel dueño de departamento que no podía dormir gracias a los ruidos insoportables de sus vecinos.
Juan Alberto se convirtió así en nuestro héroe del momento. Tuvo el éxito y reconocimiento merecido. Pero esto solo fue por un tiempo. Eventualmente la gente comenzó a cambiar de canal, en una nueva búsqueda de la ficción, de lo irreal, de lo imposible.
En un principio se llenó de ira y resentimiento hacia esas mentes que no lo comprendía. Luego entendió que quien no comprendía era el. Ya sin resentimientos, logró la reconciliación con suste televidentes y consimo mismo, cuando descurbrió que el ser humano necesita de lo irreal, necesita de los imposible, necesita creer en lo imposible.
Así se retiró del espectáculo, y nunca más supimos de él. Corren rumores de que vive como hermitaño en una casa de campo en Córdoba. Yo, y muchos otros que sentimos cierta admiración y apego a Juan Alberto, no creemos que se haya retirado. Creemos que simplemente está desarrollando otra de sus locas ideas, y una nueva pregunta acerca de nosotros mismos, y lo que es la humanidad.
Ja! creo que solo te faltó hacer que lo narrara uno de los hombres sensibles por lo Dolinezco :)
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